El
ictus isquémico es un tipo de accidente cerebrovascular que se produce cuando una arteria que suministra sangre al cerebro se bloquea, generalmente por un coágulo o una placa de grasa. Al interrumpirse el flujo sanguíneo, las células cerebrales no reciben el oxígeno y los nutrientes necesarios, lo que causa daño cerebral en cuestión de minutos. Este tipo de ictus representa aproximadamente el 85% de todos los casos de accidentes cerebrovasculares y puede tener consecuencias devastadoras para la calidad de vida, incluyendo parálisis, problemas del habla, y dificultades cognitivas.
El ictus isquémico no solo es una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial, sino también una de las principales causas de muerte. Sin embargo, la buena noticia es que muchos de los factores de riesgo asociados con este tipo de ictus pueden modificarse y controlarse con un estilo de vida saludable y una atención médica adecuada. Adoptar medidas preventivas no solo reduce significativamente las posibilidades de sufrir un ictus, sino que también mejora la salud cardiovascular y general a largo plazo.
A lo largo de este blog, hablaremos sobre las medidas preventivas que pueden adoptarse para reducir el riesgo de sufrir un ictus, especialmente en personas con factores de riesgo como hipertensión, diabetes o colesterol elevado. Entender el ictus isquémico es vital no solo para quienes lo han experimentado, sino también para sus seres queridos y cualquier persona interesada en proteger su salud cerebral a largo plazo.
Te invitamos a leer:
Conoce y actúa: Factores de riesgo del accidente cerebrovascular de tipo isquémico
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ictus isquémico se produce cuando el flujo sanguíneo al cerebro se interrumpe, y varios factores pueden aumentar el riesgo de sufrirlo. Estos factores se dividen en dos categorías: no modificables y modificables.
Factores no modificables
- Edad:
el riesgo de ictus aumenta con la edad. Las personas mayores tienen una mayor probabilidad de experimentar un ictus isquémico debido a cambios naturales en el sistema cardiovascular y la acumulación de daño en los vasos sanguíneos a lo largo del tiempo.
- Sexo:
aunque ambos sexos pueden verse afectados, las mujeres tienen una mayor incidencia de ictus en comparación con los hombres, especialmente en la posmenopausia.
- Antecedentes familiares:
tener antecedentes familiares de ictus o enfermedades cardiovasculares puede aumentar el riesgo. Los factores genéticos pueden influir en la salud cardiovascular y la predisposición a problemas de coagulación.
Factores modificables
- Hipertensión arterial: la presión arterial alta es uno de los principales factores de riesgo para el ictus isquémico. La hipertensión daña las paredes de las arterias, favoreciendo la formación de coágulos.
- Colesterol alto: los niveles elevados de colesterol LDL (colesterol "malo") pueden llevar a la acumulación de placas en las arterias, lo que incrementa el riesgo de obstrucción y, por ende, de ictus.
- Diabetes:
la diabetes descontrolada puede dañar los vasos sanguíneos y aumentar la probabilidad de coágulos. Las personas con diabetes tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir un ictus.
- Tabaquismo:
fumar daña los vasos sanguíneos, incrementa la formación de coágulos y reduce el oxígeno en la sangre. Dejar de fumar es una de las mejores medidas para reducir el riesgo de ictus.
- Sedentarismo: la falta de actividad física contribuye al aumento de peso, la hipertensión y el colesterol alto. El ejercicio regular ayuda a mantener la salud cardiovascular y reducir el riesgo de ictus.
- Consumo excesivo de alcohol: el alcohol en exceso puede elevar la presión arterial y afectar la coagulación de la sangre. Limitar el consumo de alcohol es clave para reducir el riesgo.
- Obesidad: el exceso de peso puede aumentar la presión arterial, el colesterol y la resistencia a la insulina, todos factores de riesgo para el ictus.
- Fibrilación auricular: esta arritmia cardíaca aumenta el riesgo de formación de coágulos en el corazón que pueden viajar al cerebro y causar un ictus.
- Apnea del sueño: la apnea del sueño no tratada puede provocar hipertensión y otros problemas cardiovasculares, elevando el riesgo de ictus.
- Estrés crónico:
el estrés prolongado puede contribuir a problemas de salud como la hipertensión y el colesterol alto, aumentando el riesgo de ictus.
- Uso de anticonceptivos orales: en mujeres fumadoras y mayores de 35 años, el uso de anticonceptivos orales puede incrementar el riesgo de ictus.
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Adoptar un estilo de vida saludable y realizar cambios específicos en tu rutina diaria puede reducir significativamente el riesgo de sufrir un ictus isquémico. A continuación, te presentamos las medidas preventivas más efectivas:
1. Controlar la presión arterial
La hipertensión es uno de los principales factores de riesgo para el ictus isquémico. Para mantener la presión arterial dentro de un rango saludable:
- Monitorea tu presión arterial regularmente: usa un tensiómetro en casa y realiza chequeos médicos periódicos.
- Sigue las recomendaciones médicas: si te han recetado medicamentos para la hipertensión, tómalo según las indicaciones.
- Reduce el sodio en tu dieta:
limita el consumo de sal y alimentos procesados que pueden elevar la presión arterial.
- Mantén un peso saludable:
la pérdida de peso puede ayudar a controlar la presión arterial.
2. Mantener un nivel de colesterol saludable
El colesterol alto contribuye a la formación de placas en las arterias, lo que puede causar bloqueos y aumentar el riesgo de ictus:
- Adopta una dieta baja en grasas saturadas y trans:
opta por alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, como pescado, nueces y semillas.
- Consume fibra:
los alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras y granos enteros, pueden ayudar a reducir los niveles de colesterol.
- Realiza ejercicio regularmente: la actividad física ayuda a aumentar el colesterol HDL (bueno) y reducir el LDL (malo).
3. Gestionar la diabetes
El control de los niveles de azúcar en sangre es crucial para prevenir el ictus:
- Controla tus niveles de glucosa:
realiza pruebas regulares para asegurarte de que tu diabetes está bien controlada.
- Sigue un plan de alimentación saludable: come alimentos que ayuden a estabilizar el azúcar en sangre, como verduras, proteínas magras y granos enteros.
- Mantén un peso adecuado: la obesidad puede complicar el manejo de la diabetes y aumentar el riesgo de ictus.
4. Dejar de fumar
El tabaquismo daña los vasos sanguíneos y aumenta la formación de coágulos:
- Busca apoyo para dejar de fumar:
consulta con tu médico sobre programas de cesación tabáquica, parches, chicles o medicamentos.
- Evita el tabaco y el humo de segunda mano:
el humo de segunda mano también puede afectar negativamente a tu salud cardiovascular.
5. Mantener un peso saludable
El sobrepeso puede elevar la presión arterial y el colesterol:
- Adopta una dieta equilibrada: reduce el consumo de calorías vacías y aumenta la ingesta de alimentos nutritivos.
- Haz ejercicio regularmente:
apunta a al menos 150 minutos de actividad física moderada cada semana.
6. Hacer ejercicio regularmente
El ejercicio ayuda a mantener un corazón y vasos sanguíneos saludables:
- Realiza actividades cardiovasculares:
como caminar, nadar o andar en bicicleta.
- Incluye ejercicios de fuerza: como levantar pesas o hacer yoga, para mejorar la salud general y el metabolismo.
7. Reducir el consumo de alcohol
El alcohol en exceso puede elevar la presión arterial y afectar la coagulación de la sangre:
- Limita el consumo:
no más de una bebida al día para las mujeres y dos para los hombres.
- Consulta con un profesional: si tienes dificultades para moderar tu consumo de alcohol, busca ayuda profesional.
8. Seguir una dieta saludable
Una alimentación adecuada puede mejorar la salud cardiovascular:
- Dieta mediterránea: rica en frutas, verduras, pescado, aceite de oliva y granos enteros.
- Evita alimentos procesados:
reduce el consumo de grasas saturadas, azúcares y sodio.
9. Manejar el estrés
El estrés crónico puede contribuir a problemas de salud cardiovascular:
- Practica técnicas de relajación:
como la meditación, el yoga o la respiración profunda.
- Busca apoyo emocional: habla con un terapeuta o participa en grupos de apoyo si es necesario.
10. Realizar chequeos médicos regulares
Los chequeos regulares pueden ayudar a detectar y tratar problemas antes de que se conviertan en riesgos mayores:
- Visita a tu médico regularmente:
para monitorear la presión arterial, el colesterol y otros indicadores de salud.
- Consulta sobre la necesidad de exámenes adicionales:
especialmente si tienes antecedentes de problemas cardíacos o familiares de ictus.
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ictus isquémico es una afección grave que puede tener consecuencias devastadoras para la salud. Sin embargo, muchas de las causas subyacentes pueden controlarse a través de la adopción de hábitos saludables y el manejo adecuado de los factores de riesgo. Tomar medidas preventivas, como controlar la presión arterial, dejar de fumar, mantener una dieta equilibrada y hacer ejercicio regularmente, puede reducir significativamente las probabilidades de sufrir un ictus.
Es fundamental ser proactivo en la prevención, haciendo chequeos médicos regulares y siguiendo los consejos de los profesionales de la salud. Recuerda que el cuidado de tu bienestar cardiovascular no solo mejora tu calidad de vida, sino que también puede salvarte de complicaciones graves en el futuro.
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