Si alguna vez te preguntaste si puede darte una ataque cerebrovascular porque a un familiar le dio, continúa leyendo para conocer la respuesta a esta pregunta que muchos se hacen cuando algún familiar sufre de un ACV.
Antes de responder a esta pregunta y conocer los
factores hereditarios, es importante tener claro que cada miembro de la familia comparten genes, comportamientos, estilos de vida y entornos que pueden influir en la salud y en riesgo de contraer enfermedades.
El riesgo de ACV puede ser mayor en algunas familias que en otras, y las probabilidades de sufrir un evento de este tipo pueden aumentar o disminuir según la edad, sexo, raza o etnia. Por esto es importante conocer el historial médico de la familia y de ese modo trabajar en los factores hereditarios que pueden causar un ACV.
De acuerdo a un estudio realizado por el sueco Erik Ingelsson las probabilidades de sufrir de un ataque cerebrovascular aumenta en un 60% si un hermano o hermana tuvo uno.
La investigación que fue publicada en la revista Circulation, fue la primera a gran escala en la que se examinó la influencia de antecedentes familiares, la edad, sexo y riesgo de ACV. Ingelsson y su equipo de investigadores estudiaron los registros suecos de salud desde 1987 a 2007.
Allí determinaron si por cada ictus había un hermano/a que hubiera padecido de un ACV durante el periodo de investigación. Aunque los científicos aseguran que el riesgo de ACV no siempre está relacionado a la genética, si existen factores hereditarios como el estilo de vida de la familia o laboral que aumentan las probabilidades de padecer de un ACV.
Asimismo y en las propias palabras de Ingelsson:
“si tienes un hermano que ha sufrido un ataque cerebrovascular, especialmente si ha sido antes de los 55 años, hay que adoptar medidas más preventivas y prestar más atención a los hábitos de estilo de vida como dieta, ejercicio y control de la presión arterial”.
Si bien las probabilidades de sufrir un ataque cerebrovascular aumentan si un hermano/a o padre tuvo, es posible reducir esas chances si se le presta atención a los antecedentes familiares y se toman medidas preventivas.
Como mencionamos al inicio, cada miembro de la familia comparten genes y es probable que esos factores genéticos influyen en el comportamiento de patologías como la presión arterial, diabetes, enfermedades cardíacas u otras afecciones. En otras palabras, si tu padre sufre de diabetes es muy probable que tú también la padezcas, aumentando la posibilidad de que sufras de un ACV.
De igual forma, las posibilidades de sufrir un ACV pueden aumentar aún más cuando la herencia se combina con un estilo de vida poco saludable, como fumar y/o llevar una dieta poco balanceada.
Es por esto que es sumamente importante conocer el historial médico de nuestros familiares ya que es una herramienta que nos permitirá comprender los riesgos de salud a los que estamos expuestos.
¡Pero ojo! el simple hecho de que en nuestra familia existan antecedentes de enfermedades cardiovasculares no significa que las vayamos a sufrir. Por el contrario, podemos controlar ese riesgo adoptando un estilo de vida más sano.
Además del historial clínico familiar, los
factores hereditarios que influyen en la posibilidad de un ACV (y que mencionamos al principio) son:
Como dice el refrán “los años no vienen solos” y cuando de ACV se trata es evidente ya que a mayor edad, mayor la probabilidad de padecer uno. De hecho, diversos estudios han demostrado que la probabilidad de ACV se duplica cada 10 años después de los 55.
A pesar de que es un evento común entre los adultos mayores, los ataques cerebrovasculares suelen presentarse en personas menores de 65 años. Según algunos datos de
La Asociación Americana del Corazón, uno de cada siete ataques cerebrovasculares ocurre en adolescentes y adultos jóvenes entre los 15 y 49 años. Esto se debe a que los jóvenes suelen ser más obesos, por ende sufrir de presión arterial alta y diabetes.
El siguiente de los
facotres hereditarios es el sexo, pues esta comprobado que el ACV es más frecuente en mujeres que en hombres. Además, el género femenino, sin importar la edad, es más propensa a morir a causa de un ACV que el hombre.
Estadísticamente está comprobado que:
Además, las mujeres aumentan el riesgo de ACV al estar embarazadas (tres veces más probabilidades de sufrir uno) o si padece de preeclampsia (presión arterial alta durante la gestación).
Las pastillas anticonceptivas, terapias hormonales, migraña con aura y fibrilación auricular son factores que aumentan la posibilidad de un ataque en el género femenino.
Los negros e hispanos, pueden tener más probabilidades de sufrir un ACV que los blancos. El riesgo de sufrir un primer ataque cerebrovascular es casi el doble para los negros que para los blancos. Los negros (particularmente en USA y Europa) también tienen más probabilidades de morir de un derrame cerebral que los blancos. Aunque algunos de estos hechos pueden estar relacionados con el tipo de educación, estilo de vida y acceso a los servicios de salud, persiste una posibilidad de que la raza o etnia facilite la presencia de ACV.
Sin embargo, un reciente estudio ha demostrado que estos grupos, son más propensos a tener un mejor resultado tras un ACV. La investigación, que fue dirigida por el Dr. Daniel Woo, director asociado de Investigación en Neurociencia de la Universidad de Cincinnati, encontró que el 52% de los pacientes blancos tuvieron una mala recuperación tras el ACV, mientras que los pacientes negros tuvieron un riesgo del 58% más bajo de un un resultado negativo y los hispanos un riesgo del 66%.
Si bien estos
factores hereditarios
(sexo, edad y raza o etnia)
pueden contribuir a sufrir un ACV, debemos prestar más atención a los factores modificables. Algunos de estos son:
Hipertensión arterial (HTA): se recomienda mantener una presión sistólica y diastólica estable a partir del consumo oportuno de medicamentos antihipertensivos y alimentación saludable.
Diabetes: en los pacientes diabéticos tipo 2 se recomienda mantener una dieta equilibrada para contribuir en el control de los niveles de glicemia y sodio. Así mismo, mantener una glicemia en los estándares establecidos con un consumo adecuado de antihiperglucemiantes orales o insulina, es caso que lo requiera. Los más recientes estudios (NHANES de 2021) en EE.UU indican que entre los diabéticos tipo 2 se ha producido una reducción constante en HTA y el ACV durante los últimos 10 años.
Tabaquismo: evitar el consumo de tabaco ya que la nicotina, alquitrán, radicales libres, dióxido de carbono y más elementos contenidos en él, generan daño en el endotelio incrementando la probabilidad de formación de placas de ateroma y formación de un coágulo. Además, alteran el diámetro de los vasos inhibiendo el óxido nítrico.
Dislipidemias: la obesidad o sobrepeso, el sedentarismo y todos los factores asociados a una vida poco saludable, son los principales actores en la formación de placas de ateromas que aparecen como consecuencia de daño endotelial y exceso de grasa. Este elemento es muy importante pues el estudio NHANES indica que en los últimos 10 años a pesar de reducir constantemente la hipertensión y la DM2, los niveles de lípidos se han mantenido constante; lo que demanda una mayor y mas mas eficaz acción sobre la dieta e ingesta de grasas.
Actividad física:
se recomienda realizar por lo menos 45 minutos de actividad física diaria (como caminar, trotar, nadar o andar en bicicleta). Sin embargo, es importante la asesoría médica personal en la adopción de dietas y ejercicio físico.
Cómo podemos ver el riesgo de ACV se puede heredar por factores genéticos que pueden ser controlados mediante la adopción de hábitos saludables. Si tu hermano/a o alguno de tus padres sufrió de un ataque piensa en esos malos hábitos que tenía para no repetirlos y así prevenir el evento.
La mayoría de los ACV se pueden prevenir si evitamos el consumo excesivo de alcohol y cigarrillo, pero sobre todo si llevamos una alimentación balanceada y realizamos mínimo 45 minutos de actividad física cada día. Con esto y realizando chequeos médicos regularmente estamos contribuyendo a la no aparición del ACV.
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