Factores de riesgo a tener en cuenta para evitar una apoplejía
Derrame cerebral secuelas - Apoplejía

La apoplejía se refiere a los síntomas de un ataque cerebrovascular (ACV) que ocurre repentinamente. Estos síntomas se dan debido a una hemorragia en el cerebro o un coágulo de sangre en un vaso sanguíneo del cerebro. Condiciones como la hemorragia subaracnoidea o el ACV suelen ser llamados apoplejía.
En las glándulas suprarrenales también es posible que se de una apoplejía y al igual que en el cerebro, se produce cuando se interrumpe o se reduce ampliamente el riego sanguíneo, dejando al órgano sin oxígeno ni nutrientes.
Los efectos que genera un evento de este tipo hace que la apoplejía sea considerada como una emergencia que requiere de un diagnóstico y tratamiento rápido, para evitar lesiones permanentes.
En ese sentido es importante para la óptima recuperación de la persona, se identifique el tipo de apoplejía pues de esto depende el tratamiento que se debe llevar a cabo. La apoplejía se clasifica de acuerdo a dos mecanismos principales: isquemia y hemorragia.
Las apoplejías isquémicas, representan el 87% de todas las apoplejías, se dividen según la causa en trombótica, embólica o por hipoperfusión. Las hemorrágicas se subdividen en intracerebrales (representan un 10% de todas las apoplejías) y hemorragia subaracnoidea no traumática (equivalente al 3% de todas las apoplejías).
Características de los tipos de apoplejías
Embólica. Un coágulo de sangre se forma, generalmente en el corazón o las arterias de mayor calibre, y luego se desplaza a través de la circulación hacia el cerebro. En el cerebro, el coágulo obstruye un vaso sanguíneo interrumpiendo el flujo cerebral, conduciendo a un ACV.
Trombótica. El coágulo se forma dentro de la arteria que irriga sangre al cerebro, interrumpiendo el flujo sanguíneo. El trombo puede formarse en una arteria afectada por aterosclerosis, la cual modifica la luz del vaso.
Hipofisaria. Es un síndrome clínico agudo que se produce por un infarto, una hemorragia o infarto hemorrágico a causa de una complicación de un adenoma hipofisario. Se caracteriza por la aparición súbita de cefalea intensa, náuseas y vómitos, déficit visual, oftalmoplejía, meningismo y alteración del estado de conciencia e hipopituitarismo.
Hemorragia intracerebral. Suele ocurrir por hipertensión o por la ruptura o debilitamiento de una pequeña arteria arteriosclerótica. La afectación de esta zona del cerebro hace que la persona sienta náuseas, deterioro de la conciencia y cefalea. Ésta hemorragia suele producirse en los ganglios basales, los lóbulos cerebrales o cerebelo.
Hemorragia subaracnoidea. Ocurre cuando se da un sangrado en el espacio que hay entre el cerebro y la membrana que lo rodea a causa, generalmente, por la rotura de una protuberancia anormal en uno de los vasos sanguíneos del cerebro, es decir por una aneurisma, malformaciones arteriovenosas, traumatismos u otros problemas de vasos sanguíneos.
Cuando esto sucede, la persona experimenta un dolor de cabeza intenso que muchas veces derivan en náuseas, vómitos y breve pérdida de conocimiento. Al no ser tratado rápidamente puede provocar lesiones permanentes en el cerebro, incluso la muerte.
Factores de riesgo
La principal causa de apoplejías es la arterioesclerosis, que no es más que factores relacionados con el tabaquismo, alimentación alta en grasas, diabetes, niveles elevados de lípidos en la sangre, obesidad, enfermedades cardiacas y la edad. Sin embargo, la hipertensión es el factor más relevante pues si no se controla puede desencadenar las patologías antes mencionadas.
Si bien la apoplejía suele ser más común en las personas mayores de 60 años, en personas jóvenes pueden presentarse gracias a un aneurisma, malformaciones en la pared de una arteria o un traumatismo craneal.
Síntomas de apoplejía
Como mencionamos al principio la apoplejía, también es denominado como ACV o un derrame cerebral, por lo que los síntomas son similares.
- Entumecimiento o debilidad repentina de la cara, el brazo, o la pierna, especialmente si es en un solo lado del cuerpo.
Confusión repentina o problemas con el habla o comprendiendo lo que le dicen.
- Problemas repentinos con la visión en uno o en ambos ojos.
- Problemas repentinos en el caminar, mareos, o pérdida del equilibro o de la coordinación.
- Dolor de cabeza severo repentino sin causa conocida.
Además de los síntomas, las secuelas tras un episodio de este tipo pueden ser permanentes o temporales, dependerá del tiempo con el que se actúe. Aquí algunas de las secuelas más comunes tras un derrame cerebral.
Las personas que sufren de una apoplejía y sobreviven pueden verse afectadas de maneras diversas:
Alteraciones visuales, pueden presentarse cambios en la visión, ya sea parcial o total.
Parálisis y debilidad, cuando el ACV es muy fuerte los pacientes suelen perder parte de la movilidad del cuerpo, o también presentar debilidad en las extremidades lo que les dificulta caminar, hablar y hacer las labores diarias solo. Esto generalmente ocurre en un solo lado del cuerpo.
Afasia, este trastorno se refiere a la dificultad para comunicarse, se le dificulta hablar de manera fluida y se le olvidan las palabras. Esto puede ocurrir por un daño en los músculos de la boca junto a la muerte cerebral que ha sufrido. Algunos pacientes tardan hasta dos años para recuperar la facultad del habla, aunque algunos no se recuperan en su totalidad.
Cambios en la personalidad y el comportamiento, al ser el ACV una enfermedad que se presenta de manera súbita y que deja secuelas tan graves, provoca un impacto psicológico muy fuerte en los pacientes, creando un cambio de personalidad y comportamiento, porque su vida cambia de un día para otro. La recuperación de este trastorno debe ser en compañía de un psicólogo y el apoyo incondicional de las personas cercanas al paciente.
Dificultad para comer, un ACV puede provocar daño en los nervios responsables de tragar la comida. Por esto los pacientes deben adoptar un nuevo régimen alimentario basado en comidas blandas y líquidas mientras acude a un logopeda.
Espasticidad, este trastorno ocurre cuando se contraen los músculos involuntariamente, lo que provoca dolor y dificultad de realizar algunos movimientos. Esta secuela se puede tratar mediante terapias.
El tiempo de recuperación y el tipo de tratamiento que se le suministre al paciente varía dependiendo el tiempo que transcurrió desde que empezaron los síntomas hasta que recibió atención médica adecuada, la edad, el tipo de apoplejía que presentó, entre otros factores.
En cualquiera de los casos, para la recuperación o mejora de las secuelas es imprescindible cambiar algunos hábitos como la alimentación, iniciar o aumentar la actividad física y eliminar por completo el consumo de bebidas alcohólicas y el cigarrillo.
Estas medidas van también de la mano de un tratamiento integral, generalmente realizado por un cuerpo especializado en diferentes áreas como la fisioterapia, terapia ocupacional, psicólogos, nutricionistas, audiologos, etc.
Este equipo de profesionales es el que permitirá la rehabilitación de los pacientes para que éstos tengan una vida más normal tras una apoplejía. Es importante decir que esta rehabilitación no es una cura, el objetivo principal es minimizar el daño permanente y mejorar la adaptación de la persona a esa nueva vida.
Recuerda que ante un evento de este tipo ¡Cada minuto cuenta! y que al más mínimo síntoma debes tener en cuenta el acrónimo:
A: No puede Alzar las manos
H: Se le dificulta Hablar
O: Visión alterada en un Ojo
R: Rostro o cara torcida
A: ¡Actúa!
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